Esta historia, ambientada en los años que precedieron y siguieron a la guerra civil libanesa, es una historia casi sebaldiana sobre la fragilidad y la nula fiabilidad de la memoria, sobre la imposibilidad de recuperar el pasado. Pero esta imposibilidad ofrece, como contrapartida, una posibilidad: la de elaborar un relato, uno con tanta belleza, tanta delicadeza y tantas variantes y facetas como las que tiene este libro. Un múltiple pero resistente tejido de historias, que van desde las narradas de viva voz por los habitantes de un pequeño pueblo a las leídas en fichas policiales y periódicos extranjeros.
Elía, el protagonista de Lluvia de junio, vuelve al Líbano para intentar recrear «el incidente», la matanza en la que murió su padre, pero en su viaje al pasado descubre que volver a casa es solo volver al recuerdo de la casa.