A partir de la lectura de La crítica del juicio de Kant -y más concretamente de la noción de entusiasmo contenida en el «Segundo conflicto de la verdad»- Jean-François Lyotard plantea la imposibilidad de concebir la historia humana como un desarrollo único y progresivo en pos de la emancipación y la justicia universal.
Ello supone dejar de lado las metahistorias que han acompañado al proyecto de la Ilustración: básicamente, las ideas de perfectibilidad humana, de desarrollo económico indefinido o de alcanzar el ideal de la democracia burguesa.
Todas estas teologías de la modernidad han sido refutadas y desmitificadas por Auschwitz, Hiroshima y Nagasaki, el Gulag soviético o nuestras sociedades hipertecnificadas y alienantes. En opinión de Lyotard, en tiempos de postmodernidad -caracterizados por la melancolía y la tristeza, la duda y la ironía-el objetivo de la cultura es -cada vez más- procurar entusiasmo moral, acostumbrándonos a pensar y resistir sin la salvaguarda de moldes o criterios.