En “El entusiasmo”, Lyotard expone su crítica de la historia y de la revolución basándose para ello en los textos histórico-políticos de Kant.
Lyotard establece analogías entre las familias de proposiciones y las distintas facultades que Kant establece en sus tres críticas. Kant compara las distintas facultades con un archipiélago, en donde cada una de las facultades es una isla y la facultad del juicio la encargada de establecer puentes o pasos entre las islas del archipiélago. Cada facultad tiene su propio territorio, es decir, su propio objeto. En el esquema de los juegos del lenguaje wittgesteiniano de Lyotard, cada isla constituye una familia de proposiciones o frases. Mientras que cada facultad juzga la validez dentro de su propio territorio, en el archipiélago hay un juez que juzga y determina los puentes que se establecen entre las distintas islas. Este juez es la facultad de conocer en general y comprende “el entendimiento, la facultad de juzgar y la razón” . Es decir, es el filósofo y la filosofía el tribunal desde el cual enjuicia. Es preciso hacer notar que, tanto en el pensamiento de Kant tal como lo formula Lyotard, como en el de éste mismo, no existe una sola facultad para juzgar todos los hechos de la realidad. Así tampoco existe una explicación única, un relato único que actúe como fundamentación última de todas las realidades.