Un hombre se sienta cada día durante un año en la misma piedra del mismo bosque, a veces bien abrigado contra el frío y la lluvia, otras a pleno sol, a veces sin que pase nada, otras asistiendo a acontecimientos increíbles, y lo narra en un libro. Un año oyendo cantar a los pájaros, viendo caer y nacer las hojas, siguiendo el trayecto de las hormigas y las libélulas, oyendo al fondo el ruido de la carretera o de una motosierra.
En un metro cuadrado de bosque está el mundo entero, y en él empieza y termina este libro que, créalo o no, apasiona al lector como la mejor de las novelas y le descubre una realidad insospechada como el mejor de los ensayos.