Una geisha enamorada de un vividor vago y mujeriego que no ceja en su empeño de convertirse en una mujer respetable; un joven que camina sin comida ni dinero por las vías del tren desde Osaka hasta Tokio para declararse a una mujer a la que apenas conoce; un extraño muchacho aficionado a la astrología tan poco inteligente como testarudo que lucha contra el mundo y el sentido común por conseguir sus absurdas metas; un hombre aburrido y gris que encuentra en las apuestas de caballos la pasión que nunca ha sentido; un soldado que vuelve de la guerra y antes de salir siquiera de la estación de tren pierde hasta los zapatos; un escritor fracasado en busca de la historia que refleje el signo de los tiempos.
Los personajes que pueblan las historias de Oda se dejan llevar por su destino como hojas arrastradas por el viento. Personas insignificantes que habitan un mundo en descomposición y cuyas pequeñas tragedias y minúsculas alegrías palpitan en las vibrantes calles de la ciudad de Osaka. La literatura de Oda no brilla solo por su calidad y modernidad deslumbrantes, sino por su asombrosa capacidad para capturar la esencia misma del ser humano, en sus miserias y en sus grandezas, y dejarnos sonriendo sin saber muy bien a qué clase de magia hemos asistido.