Para padres y madres, profesores, orientadores y psicoterapeutas por igual, el desarrollo físico y mental de los niños y niñas es el pilar del trabajo de crianza. No sólo para que transcurran su infancia en el mayor bienestar posible, sino para que lleguen a ser adultos con las capacidades necesarias para adaptarse con éxito a un mundo cada vez más exigente. Para ello, es esencial que los enseñemos a desarrollar las capacidades emocionales esenciales: que los guiemos para que aprendan a frustrarse, esforzarse, aburrirse, entender sus emociones y gestionarlas; a valorar sus fortalezas y reconocer sus debilidades; a tener ilusiones, pasiones y metas; a sentirse seguros, quererse a sí mismos y amar sanamente en las relaciones afectivas.