Imaginativa, elegante, conmovedora, universal… la poesía de Kaneko Misuzu es la celebración de la vida de lo grande y lo pequeño. Profunda conocedora del corazón humano, Misuzu capta con reveladora sencillez la necesidad de empatía y comprensión entre los seres y alumbra ese camino a veces luminoso, a veces oscuro, y siempre fugaz, que todos compartimos y que llamamos vida.
La obra de Kaneko Misuzu nace de una natural simpatía hacia todos los seres animados y no animados que habitan nuestro universo. Durante su breve y trágica vida, Misuzu encontró en la poesía la forma de expresar una voz única y universal capaz de conmover a personas de cualquier época y lugar. Olvidada durante décadas, su obra se perdió tras los bombardeos que arrasaron Tokio durante la Segunda Guerra Mundial. Gracias a la encomiable labor de investigación llevada a cabo por el poeta japonés Setsuo Yazaki, que logró localizar al anciano hermano de la autora, cuyos cuadernos escritos a mano este aún conservaba, la obra de Misuzu pudo ser rescatada del olvido. Su poesía conmovió los corazones de millones de japoneses cuando, en el año 2011, el Consejo de Publicidad de Japón usó uno de sus poemas para confortar a los ciudadanos tras el terremoto y posterior tsunami que devastaron el norte del país.
A pesar de llevar una vida enmarcada en el sufrimiento, su obra pervive como un canto a la vida, a la libertad y el regocijo del alma, al mejor estilo de Walt Whitman.