Michihiko Hachiya era médico y director del Hospital de Comunicaciones de Hiroshima cuando cayó la bomba atómica en la ciudad. A pesar de estar enfermo y totalmente desbordado tratando de ayudar a las numerosas víctimas, encontró tiempo para recoger en este diario sus impresiones e inquietudes.
Conmovedoras en su precisión, humildad, compasión y coraje, sus notas constituyen el mejor testimonio para entender cómo vivió el pueblo japonés las semanas que siguieron a la tragedia.