«Menos es más» es uno de los mantras del siglo XXI. Marie Kondo y otros gurús del orden aseguran que deshacernos de nuestras posesiones nos hará más felices. Nos sometemos a dietas depurativas y asistimos a retiros espirituales donde se prohíbe el uso de la tecnología. Abrumados por el ritmo frenético de la vida moderna, soñamos con espacios aireados, silenciosos y puros, dignos de aparecer en nuestro feed de Instagram.
Esta forma de minimalismo, encarnada por figuras como Steve Jobs, se ha convertido en un símbolo de estatus al alcance de muy pocos, un estilo de vida que predica la austeridad al tiempo que fomenta los excesos de la cultura hiperconsumista que dice combatir: el individualismo, la desigualdad social o la explotación laboral.