Las formas actuales de arquitectura y urbanismo muestran las arbitrariedades que han marcado la historia humana. Rascacielos, centros administrativos, áreas comerciales y autopistas elevadas sobresalen con su esplendor entre barrios de miseria. Se producen estratos de formas de vida y usos de espacios comparables con los estratos y monumentos del pasado. La contemplación de estas ruinas, nos hace percibir un tiempo en estado puro, que no resume ni completa la historia. El autor evoca imágenes y prácticas del mundo hipermoderno, donde señala las formas de recuperar el tiempo con exhibición de la memoria popular en danzas y rituales, o restauración de castillos y palacios. La historia futura no dejará ruinas, pero sí escombros. Éstos se convertirán en canteras que nos darán la oportunidad de reconstruir el sentido del tiempo y, más allá de éste, la conciencia de la historia.
