La verdadera historia de la irrupción de los videojuegos en el siglo XXI y la guerra por el control de la industria.
A medida que los videojuegos han ido evolucionando, sólo han sobrevivido las empresas más fuertes. Hacer una superproducción antes costaba millones de dólares; ahora puede llegar a costar cientos de millones, pero por un mercado mundial de 160.000 millones de dólares, las empresas más grandes están dispuestas a jugárselo todo.
El boom de las consolas domésticas de los años 90 convirtió a empresas de entretenimiento como Nintendo y Sega en titanes empresariales del tamaño de los estudios de Hollywood. Pero a finales de la década, se enfrentarían a nuevos y poderosos competidores. En las salas de juntas de ambos lados del Pacífico, ingenieros y ejecutivos empezaron a planificar, con enormes presupuestos y total secretismo, la siguiente evolución de las consolas domésticas. La PlayStation 2, la Nintendo GameCube y la Sega Dreamcast hicieron apuestas muy diferentes sobre lo que deseaban los jugadores. Y entonces, para sorpresa de todos, Bill Gates anunció el desarrollo de la única consola que las superaría a todas, aunque Microsoft tuviera que gastarse unos cuantos miles de millones de dólares para lograrlo.