Para J.-D. Nasio "el psicoanalista es un intermediario que recibe el dolor inasimitable de su paciente y lo transforma en un dolor simbolizado". ¿Pero qué significa transformar el dolor en símbolo para darte sentido? No significa en absoluto postular una interpretación de aquello que lo causa, intentar consolar al que lo sufre o atentarlo a vivir su pena como una experiencia formadora que templará su carácter. Según J.-D. Nasio, la función del psicoanalista consiste en la de ser el oyente que, por su sola presencia, puede disipar el sufrimiento recibiendo sus irradiaciones.
Según una metáfora musical, el psicoanalista armoniza con el dolor del otro, trata de vibrar con él y, en ese estado de resonancia, espera que el tiempo y las palabras lo desgasten.
A lo largo de las páginas de El dolor de amar, J.-D. Nasio quiere mostrarnos ejemplos de que el dolor, en nuestro fuero más íntimo, es el signo indiscutible del paso por una prueba. La muerte de un ser querido o el abandono del ser amado rompe nuestro vínculo con un objeto al que estábamos intensa y perdurablemente apegados hasta el punto de que ese objeto regía la armonía de nuestra psique. Puesto que ese apego se llama amor, J.-D. Nasio cree que sólo hay dolor cuando hay un fondo de amor, y que ése es el bagaje necesario para deshacer el camino del sufrimiento.